El reciclaje de desperdicios orgánicos regresa en compost
Biocompost procesa 60 toneladas de basura al mes. Más de 2.400 toneladas de desperdicios diarios que se generan en Quito.
Las plantas y árboles lucen más vitales. Los basureros de las casas ya no se llenan de moscas ni despiden mal olor. Eso ocurre en los hogares de cerca de 600 familias del norte, centro y valles de Los Chillos y Tumbaco, en Quito.
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Leer más¿La razón? Ellos se han sumado al proyecto de reciclaje que impulsa Francisca Jaramillo. Se llama Biocompost y gestiona los residuos orgánicos.
¿Cómo funciona? La autora del proyecto, a través de cuatro colaboradores, entrega un recipiente de alrededor de 23 litros en donde se depositan los residuos que generan las familias. Restos de alimentos, frutas en mal estado, cáscaras de papas, de habas, de arvejas, semillas de papaya, de sandía. Todo resto orgánico se puede depositar en el cesto que está debidamente cerrado.
El contenido se retira una vez a la semana y, a cambio, se entrega otro cesto limpio. Para acceder al servicio puerta a puerta es necesario cancelar 10 dólares al mes. Pero si es que alguien desea pagar por tres, seis meses o un año, hay descuentos. Cada tres meses, las familias reciben nueve kilos de compost para sus plantas.
¿Cómo nació la idea? Francisca cuenta que en 2018 surgió la iniciativa de compostar. Ella y sus colaboradores se dieron cuenta de que había sistemas de reciclaje de todo tipo de residuos, pero a nadie le interesaban los orgánicos por cosas como el olor.
“Ha llegado a un punto en que las personas no se quieren hacer cargo de los residuos orgánicos a pesar de que son los que más fácil se degradan y no necesitan de mucha energía”, señala. Compara, por ejemplo, con los costos de reciclar una botella que son superiores y explica que el proceso para reciclar orgánicos es más limpio, amigable, aportable y no necesita de muchos recursos para transformarse. Lo que sí requiere es de tiempo.
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Leer másPor eso desarrollaron una máquina que sea capaz de transformar los residuos en corto tiempo y lograron una que convierte los desperdicios en compost en ocho días. Eso les permite tener más cantidad de residuos. En 2019 la idea se puso en marcha. Era octubre. Su primera línea de negocios apuntó a las empresas. El emprendimiento se suspendió en marzo por la pandemia, pero en abril inició la recolección de casa en casa. El primer día fueron 30 familias.
Casi dos años después ya son casi 600 hogares. Cuatro personas van a las casas, empresas y algunos restaurantes. Dos pasan en la planta, otra en la bodega y dos personas en la parte administrativa. Procesan ya 60 toneladas al mes y aspiran a subir por lo menos a 200. El día que pasa la recolección llegan mensajes de WhatsApp a los celulares de los usuarios con ideas que apuntan a un cambio de concepción sobre la naturaleza.
El periodista Juan Carlos Calderón es uno de los usuarios y beneficiarios del emprendimiento. “Creo que es la mejor decisión que hemos tomado como familia en ese aspecto. Nosotros recogemos nuestros desperdicios orgánicos generados durante toda la semana, los entregamos una vez cada sábado y a los tres meses recibimos compost de alta calidad”, dice.
Cree que una de las situaciones positivas del proyecto es que ha disciplinado a las familias, las ha hecho más conscientes de la cantidad y calidad de desperdicios que generan. “Puede ser un grano de arena en el mar de basura, como usted bien dice, pero de grano en grano se puede construir una enorme montaña de conciencia ambiental”, agrega. Calderón considera que es decepcionante que el Municipio no haga campañas ni estimule proyectos de este tipo. En Quito cada día se recogen entre 2.000 y 2.400 toneladas de basura.
La Empresa de Gestión Integral de Residuos Sólidos (Emgirs) cuenta con centros de reciclaje y un ecocentro en el sur de Quito que inició en 2021, junto al Banco de Alimentos para capacitar en la separación de orgánicos aptos para el compostaje. Resultado de eso fue que 2.000 quiteños se han alimentado con aproximadamente 702 kilos de alimentos totalmente orgánicos, que fue posible cultivarlos gracias al compostaje, señala Emgirs.