Quito: Un recorrido por sus leyendas y encantos
Personajes religiosos, vestimentas excéntricas, pactos con el diablo son parte de las leyendas tradicionales de la ciudad
Quito no solo enamora por su belleza arquitectónica y cultural, sino también por su mágica y misteriosa historia. Sus calles, iglesias y plazas esconden leyendas que han pasado de generación en generación que cautiva a propios y extraños.
Este es un recorrido por las leyendas y relatos más populares de la ciudad.
- La Casa 1028
¿Saben dónde está ubicada la famosa Casa 1028?
Cuenta la leyenda que en ella un furioso toro embistió a la joven Bella Aurora y nadie ha podido explicar el porqué. Hace siglos, la Plaza Grande fue escenario de una corrida de toros a la que Bella Aurora y sus padres asistieron.
Un robusto y feroz toro negro saltó a la arena y corrió en dirección a la muchacha, la cual se desmayó del susto y fue llevada a casa a descansar. En la plaza, el toro buscaba ansioso a la joven, al no encontrarla, saltó la barrera y corrió furioso por una cuesta. Al llegar a la casa 1028, derribó la puerta y subió hasta la habitación de Bella. No se sabe qué pasó después. Encontraron a la niña bañada en sangre, su cuerpo sin vida y sin rastro del toro. ¡La versión quiteña de la Bella y la Bestia es sin duda más escalofriante que la de Disney!
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- Cantuña
¿Es posible que un simple mortal pueda burlar al pícaro diablo? Cantuña logró hacerlo. Cuentan que los franciscanos encargaron al indígena la construcción del atrio de la iglesia de San Francisco. De terminar el trabajo a tiempo, recibiría una cuantiosa paga pero de lo contrario no cobraría nada. Cuando el plazo llegaba a su fin, Cantuña se dio cuenta que no lograría terminar la obra. La desesperación lo llevó a hacer un pacto con el diablo a quien entregaría su alma si es que lograba construir el atrio hasta el día fijado por los sacerdotes.
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Leer másMiles de diablillos constructores terminaron la obra en un abrir y cerrar de ojos. Cantuña al ver que su alma estaba por perderse decidió engañar al diablo, tomó una piedra de la construcción y la escondió; así se disolvió el trato y salvó su alma. ¿Dónde creen que hace falta esta piedra?
- El Padre Almeida
Seguramente alguna vez se escaparon para ir de fiesta. Sin embargo, eso de escapar, era el pan de todos los días del Padre Almeida, un curita que cada noche trepaba la estatua de Cristo y saltaba desde una alta ventana para salir del convento y divertirse.
La leyenda cuenta que antes de saltar, la estatua le decía: “¿Hasta cuándo Padre Almeida?” y él respondía: “¡Hasta la vuelta Señor!”. Una noche, después de la fiesta, el sacerdote regresaba mareado al convento y vio una procesión fúnebre pasar junto a él. De la nada, el ataúd cayó y el cadáver quedó expuesto. ¡Adivinen quién estaba dentro! Solo les diré que el Padre Almeida se llevó un susto que no volvió salir de juerga jamás.
- La Torera
La Torera era una estrafalaria mujer ecuatoriana que vivía en la Quito entre la década de los sesentas y ochentas. Esta mujer, cuyo nombre real era Anita Bermeo, se creía la dueña y señora de la ciudad, que vigilaba para que estuviera en orden y no faltara nada.
Usaba un abrigo, sombrero, tacones altos y un carterón, y por su extraña vestimenta era objeto de burla por parte de los niños quienes la molestaban llamándola Torera, pues ella los perseguía con un palo.
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Mientras daba una de sus vueltas rutinarias, tropezó y como resultado se fracturó su pierna, por lo que las madres del asilo al que pertenecía, le prohibieron las salidas a las que estaba acostumbrada. Con esta lesión llego al deterioro de su vida. La Torera dejó de usar su maquillaje como lo solía hacer y su tono se tornó pálido.
El 11 de enero de 1984, con el deceso de la torera de Quito, pasó a formar parte de la grandiosa y misteriosa historia que abarca la "Carita de Dios"
- El Santo que dio marido
Era una bella doncella la que vivía en la última casa de Mama Cuchara, aquél viejo barrio que marcaba el límite sureste de la ciudad colonial de Quito. Era soltera y los años no pasaban en vano, por lo que apretó el acelerador en busca de marido. Pero ninguno le placía.
Eran o muy flacos, muy bajos, muy feo. Cuenta la leyenda que a esta doncella le habrían sugerido una receta de amor muy particular de colocar a un santo italiano de cabeza y rezarle durante nueve días. Así hizo. Y al noveno día salió en busca de su don Juan.
Ya pasadas sus cinco etapas de la desesperación, a punto mismo de aceptar su destino, lanzó los últimos improperios al pobre santo, lo tomó y lo lanzó por la ventana. ¿Qué pasó? P Le cayó en la cabeza de quien terminaría siendo su marido. Indignado de que le haya caído la estatuilla en la cabeza, golpeó a la puerta de la casa y pidió ver a quien se lo había lanzado. Se vieron a los ojos y fue amor a primera vista.
El balcón por el cual fue lanzado el santo es hoy una de las hermosas habitaciones del Hotel Mama Cuchara.
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