Un relleno sanitario que pide soluciones
Con un plazo de tres años para que El Inga cumpla su vida útil, el Cabildo busca reformar el manejo de desechos. Hay líos para tratar los lixiviados.
Tapar un hueco para evitar un vendaval. Así es como ha estado trabajando el relleno sanitario de El Inga, mientras se define el futuro del tratamiento de residuos de la capital.
Tras que en junio del año pasado este se declarara en emergencia frente al cierre inminente del último cubeto disponible, la planificación a futuro se realiza contra reloj y con una fecha límite: 2024, año en el que el espacio hacia donde llegan 2.150 toneladas de basura diaria alcance su tope máximo.
Por ahora, las soluciones son de tipo parche, con la edificación del cubeto 10 que está por entregarse, y que tendrá diez meses de vida útil y la elaboración de los estudios para el cubeto 11 y el domo final.
El Centro Histórico de Quito es uno de los focos de generación de basura
Leer másAnte esto, María Gabriela Dávila, gerenta de la Empresa Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos (Emgirs) ha indicado que se trabajará en un nuevo sistema de tratamiento de residuos, donde no se priorice el enterramiento de la basura, sino la reutilización, pero la implementación del cronograma para este cambio es incierto. Lo único claro es la promesa del alcalde Jorge Yunda, durante las fiestas de la ciudad de 2020, quien afirmó que el plan se definirá en este año.
Sin embargo, para Fernanda Solís, titular de la organización Alianza Basura Cero Ecuador, la falta de procesos adecuados para la gestión de los desechos hacen de esta propuesta una idea loable, pero poco verosímil. “Para implementar un cambio real se debe introducir una reducción progresiva de las prácticas de enterramiento, porque de manera inmediata será imposible, así como el desarrollo de un fortalecimiento de los procesos de reciclaje de base, políticas para la regulación, la restricción de la producción de materiales de un solo uso, y el rechazo al coprocesamiento de residuos”, explicó.
Al momento, el 96 % de los desechos de Quito se entierran, y el 4 % del reciclaje se hace de manera artesanal, pues la urbe no cuenta con equipos de alta gama para el procesamiento de vidrio, papel o plástico. Por ahora, dieciocho empresas han presentado propuestas para asumir este reto, y el formato se trabaja en mesas técnicas (ver subnota).
Pero dónde poner la basura no es el único problema que enfrenta El Inga. Desde diciembre de 2019, los lixiviados (líquido que produce la basura) se encuentran almacenados en once piscinas de 45.000 metros cúbicos, aguardando un tratamiento adecuado y los permisos ambientales necesarios para ser descargados en los ríos o utilizados en las actividades de riego.
Las probabilidades de que reciban el visto bueno del Ministerio de Agua y Ambiente son ambiguas, pues un informe de noviembre del año pasado encontró que estos no cumplían con las normas ambientales vigentes.
La pugna por el servicio de recolección de basura recrudece
Leer másUna inspección halló que los lixiviados de El Inga contaban con una demanda biológica de oxígeno de 2.547 mg por litro, mientras que lo permitido es de 100 mg por litro, y que la cantidad de sólidos suspendidos era de 347 mg, superando el máximo permitido.
Debido a las bajas notas emitidas por la cartera estatal, en agosto del año pasado, el Emgirs inició la excavación de otras tres piscinas adicionales para guardar los líquidos. El consorcio Lixiviados GMLAN ganó el certamen para hacerse cargo de esta labor. Aún está pendiente la firma del convenio.
En julio, el ministerio anunció un proceso administrativo contra el Emgirs, tras que su plan de acción no cumpliera con los requerimientos.
Al respecto, la Emgirs señaló que “a finales de enero, se puso en conocimiento de la Autoridad Ambiental criterios técnicos e informes de laboratorios acreditados por el Servicio de Acreditación Ecuatoriano como respaldo de que el efluente obtenido en el tratamiento se ajusta a parámetros de calidad para uso en actividades de riego y aspersión. Nos encontramos realizando los ajustes necesarios para poder obtener la aprobación del MAAE”.
El futuro de la basura se debate en mesas técnicas
La necesidad de reformar el tratamiento de los residuos está claro, lo que no lo está es el mecanismo que se utilizará para ello.
Con el fin de definir la mejor estrategia para tratar los residuos de la ciudad el Emgirs firmó un convenio con el Banco Interamericano de Desarrollo para la conformación de mesas de trabajo con expertos que asesorarán con un criterio especializado, sobre el sistema ideal de gestión, uso y reuso de residuos sólidos y las metodologías técnicas para el tratamiento de lixiviados que podrían aplicarse satisfactoriamente en Quito.
Se busca que la construcción de cubetos ya no sea la alternativa contingente de la gestión y manejo de residuos. “Hemos buscado este apoyo multilateral porque creemos que es la mejor decisión. Necesitamos expertos técnicos y de experiencia en países de Latinoamérica”, mencionó Dávila.
Lo que no se ha determinado es el cronograma de esta intervención ni cómo se hará la aplicación de las sugerencias entregadas.
Para Fernanda Solís, de la organización Alianza Basura Cero Ecuador, los planteamientos deben tener en cuenta realidades nacionales, como la generación de 57% de desechos orgánicos del total de residuos. “Con esta realidad se deben trabajar planes como el compostaje a pequeña escala”, dijo.
La mitigación es otro programa que se trabaja con el BID y que, a través de un fondo de $ 299.229, se busca adecuar un espacio de sensibilización ciudadana que promueva el aprovechamiento de los residuos orgánicos, el uso de fertilizantes biológicos y la siembra de hortalizas y frutas en huertos urbanos. Esto es parte del programa “Quito libre de Basura”.