Un ritual milenario llega a Quito
En Mi Chá, un innovador espacio al norte de la urbe, un grupo de maestras de mandarín enseñan la ancestral tradición del té chino.
Al son del ‘guzheng’, un instrumento de 25 cuerdas que se puntea con los dedos, la maestra Zhang Huixia alista la ceremonia del té.
Unas treinta personas, entre adultos, niños y adultos mayores, aguardan a que empiece.
“En China, el té es más que una bebida. Es una relación con el bienestar físico y espiritual, y es una manera de compartir”, señala Zhao Yahui, otra de las docentes, quien explica los pasos del ritual mientras este se lleva a cabo.
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Sobre la mesa hay tres teteras. Una sirve para calentar el agua hasta el punto óptimo de cocción, a unos 80 grados centígrados; otra para verter las hojas de té e infusionarlo durante menos de un minuto, y la última, para servirlo. Solo entonces está listo para beber.
“En China, esa primera infusión de las hojas no se bebe”, afirma Yahui.
En China, el té es más que una bebida, es una relación con lo físico y espiritual y es una manera de compartir con los demás...Tiene un proceso lento, no se bebe rápido, sino muy despacio.
Las tazas tampoco son las que habitualmente se usan en Occidente. Son pequeños cuencos circulares, sin asa, y nunca se llenan hasta el borde.
“Según la tradición china, el resto de la taza se llena de amor y de amistad, por lo que es mala educación llenar toda la taza”, agrega la maestra.
Todos los viernes, las mujeres, quienes laboran como docentes de mandarín, ofrecen esta lúdica actividad. La ceremonia se lleva a cabo en Mi Chá, casa de té. El local está ubicado en El Batán, norte de Quito. El ritual dura dos horas y permite a los visitantes acercarse a una tradición relativamente desconocida de la cultura china.
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Leer más“Cuando la gente piensa en la ceremonia del té, piensa en la ceremonia japonesa. Pero la realidad es que China y Asia, en general, tienen una relación milenaria con esta bebida y tienen rituales muy específicos que acompañan todo el proceso”, explica María Elena Enríquez, gerente de Mercado del espacio.
La ceremonia se lleva a cabo semanalmente desde hace un año, pero como todo en Mi Chá, nació por casualidad.
Y es que hace veinte años, su propietario, Felipe Kao, llegó al Ecuador a aprender español. Su objetivo era fortalecer sus conocimientos y regresar a China. Sin embargo, su visita se extendió y nunca volvió.
En cambio, se convirtió en divulgador de la cultura China en la capital, y abrió una academia en la cual enseña mandarín a los quiteños. Además del idioma, este buscaba difundir las tradiciones de su país, y pronto descubrió que había gran interés en la cultura, y las esporádicas celebraciones que se hacían en la academia atraían a tal número de público que muchos no cabían en el sitio.
Mi Chá surgió como una respuesta a esa problemática. “La idea era ofrecer comida china auténtica, snacks y mercadería. Dentro de esa propuesta, empezamos a hacer eventos, como la celebración del Año Nuevo Chino. El interés fue impresionante”, indica Enríquez.
Es así que decidieron abrir el espacio los viernes a las docentes para que llevaran a cabo la ceremonia. Al inicio, la mayoría de asistentes pertenecían a la academia donde estas dictaban clases, pero pronto la noticia comenzó a propagarse.
Actualmente, la actividad se lleva a cabo bajo reserva, y tiene un cupo para aproximadamente treinta personas.
Al legar a Mi Chá, los visitantes entregan su nombre y reciben una breve introducción a la caligrafía china.
Luego inicia la ceremonia. Esta surgió durante la dinastía Ming, vigente entre los años 1368 y 1644, y que instauró esta forma de preparar el té: en infusión, ni hervido ni batido.
Con la nueva forma de preparación, aparecieron los utensilios para ello, como la tetera.
Y si bien existen numerosos tipos de té, entre ellos de los populares sabores de jazmín y toronja, en la ceremonia se utiliza únicamente el té oolong, cuyo sabor se encuentra en un punto intermedio entre el té negro y verde.
Una vez servido, no se bebe de manera inmediata, como explica Zhao. Primero se debe oler. Luego, el té se degusta tomándolo a sorbos lentos y ruidosamente. La taza debe sostenerse con las yemas de los dedos, nunca en la palma de la mano. Finalmente, como muestra de agradecimiento, los invitados golpean suavemente tres veces la mesa con el dedo.
Yo había escuchado de la ceremonia del té japonesa, pero no sabía que había una china. Es interesante aprender de esta cultura y lo que significa el té para ellos.
“Ha sido muy educativo. Nunca me habría imaginado la cantidad de pasos que puede tener tomarse un té. Es muy bonito ver cómo viven en otras culturas y tenerlo al alcance de la mano”, dijo Cecilia Zambrano, quien acudió al evento con un grupo de amigos.
La ceremonia dura aproximadamente dos horas, y tras el cierre de la demostración y charla con la bebida, los visitantes pueden degustar de un menú chino auténtico con varios platos. El costo es de $ 20.
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