Rumiñahui fragua ideas verdes que limitan actos vandálicos
Los habitantes sembraron especies trepadoras en los cerramientos para evitar los grafitis. 2.000 hiedras ya fueron plantadas este año por autogestión
Para recuperar la estética del espacio público y devolver el tono verde a las zonas invadidas por el aire gris del cemento, los moradores de la urbanización Capelo, sector Conocoto, suroriente de Quito, decidieron sembrar plantas trepadoras al filo de las paredes que forman la fachada de las viviendas. Esto, con la finalidad de generar un espacio más amigable con la naturaleza y dar origen a la construcción de jardines verticales.
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Leer másSandra Álvarez, administradora y miembro de la directiva barrial, cuenta que este proyecto arrancó en marzo de 2021. Entre todos los habitantes de la zona decidieron emprender con este proceso ecológico no solo para rodearse del tono verde, sino para frenar la avalancha de grafitis que constantemente les dejaban en las paredes personas de dudosa procedencia.
“Empezamos a sembrar las hiedras, por autogestión, porque queremos tener un cerramiento vivo y libre de suciedades. Esperamos que llegue el invierno para que las plantitas peguen más rápido. La siembra arrancó en septiembre y esperamos tener muchos metros de verdor”, añade.
Según los cálculos que hizo la mujer, dentro de la planificación consideran cubrir casi dos kilómetros de pared con esta especie, cuya particularidad es la fácil y rápida adhesión al cemento u hormigón.
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Leer másPoco a poco se realizarán los trabajos. Sobre la calle De Los Cipreses ya fueron plantadas más de 2.000 hiedras. En la segunda fase se considerará a las estructuras ubicadas en la calle San Pedro de Taboada. Aquí los trabajos están paralizados debido a que la vía está en reparación y existe abundante material de construcción que podría impedir el crecimiento de las especies seleccionadas.
Según la normativa de arquitectura y urbanismo, esta propuesta va más allá del embellecimiento de un espacio, que además ayuda a mejorar el comportamiento térmico de los edificios donde son colocadas. Es decir, su presencia tiene relación directa con los aspectos climáticos, relacionándolos con los efectos de la temperatura, otorgando mayor frescura a la edificación en tiempos de verano y absorbiendo más agua en época lluviosa.
También son considerados como aislantes de contaminación acústica y ambiental, contribuyendo así en un mejor vivir ciudadano.
El tiempo meta para que todo el cerramiento esté cubierto es de dos años. Así lo confirman los expertos en jardinería, quienes se encargan de sembrar, abonar, regar y dar mantenimiento en general a estas plantas.
Pablo Gómez, primer habitante de Capelo, reside aquí hace 32 años y concuerda con que estas plantas requieren de tiempo y cuidados para generar efectos visibles.
Él es uno de los moradores que se sumó a este programa, incluso menciona que hay residentes de otras zonas aledañas que buscan replicarla.
“Estamos muy empeñosos en generar estos espacios para no solo mejorar la estética, sino también para conservar el clima. Intentamos tener un acercamiento con el Municipio de Rumiñahui para esta obra, pero al final decidimos hacerlo por nuestra cuenta para evitar tanta traba”.
El Municipio capacita para frenar estafas
Leer másDesde la academia, la arquitecta urbanista Alba Núñez aplaude esta iniciativa ciudadana, principalmente porque mejora la calidad de vida de la gente, ya que esta capa de especies vivas retiene partículas de óxido de azufre, hollín, entre otros elementos producto de la contaminación ambiental.
“La vegetación evita que la radiación se quede en la superficie porque la devuelve en un buen porcentaje. Mejoramos la atmósfera y, de alguna manera, evitamos la formación de la capa espesa generada por el calentamiento provocado por las construcciones, que evita el ingreso de los rayos solares”.
También enfatiza que para que tenga el efecto deseado es necesario contar con asesoría técnica. “Si la comunidad requiere, la academia puede participar en la asistencia de este tipo de iniciativas”, finaliza.