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Luluncoto. Habitantes reclaman por una fuga a la Epmaps.Karina Defas / Expreso

Sequía en Quito: ¿Cómo ahorrar agua?

Los cortes y el alza de tarifas no son efectivos para reducir el consumo, dicen expertos El Municipio también debe actuar

Los residentes en Quito consumen, en promedio, 140 y hasta 200 litros de agua diarios. Esta cantidad supera la recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que es de 100 litros. La Empresa Pública de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps) ha emprendido campañas para que los capitalinos cierren los grifos. Mientras, el alcalde Pabel Muñoz dispuso cortes programados, que se suman a los de los apagones, y hasta plantea aumentar la tarifa.

A las redes sociales se trasladan los reclamos por el agua e incluso se cuestiona que, si ya regresaron las lluvias (aunque pocas), ¿por qué los cortes siguen? Se reportan fugas de agua y se pide su arreglo para evitar el desperdicio en medio de la escasez. Pero es casi nula la idea de bajar el consumo o cambiar el comportamiento para cuidar este recurso vital. Frente a ese escenario, ¿cómo lograr una reducción efectiva del consumo de agua?

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La solución no es puntual, sino integral. La escasez no solo afecta el acceso al líquido sino también la provisión de energía eléctrica, porque todo es un sistema, señala Joseph Sánchez, catedrático de Ingeniería Ambiental de la Universidad Católica del Ecuador (PUCE). “El elemento afectado es la atmósfera y al ser dañado se corta el suministro para embalses, ríos e incluso a páramos, que es fuente directa del agua de Quito”, dice.

Sugiere que el Municipio visualice otras fuentes de energías alternativas, porque al usar generadores se emplea combustible, que a su vez produce el dióxido de carbono que causa los gases de efecto invernadero.

Para el ambientólogo Miguel Martínez, docente de la UISEK, hay que entender el uso del agua desde dos perspectivas: calidad y cantidad. “No solo es importante la reducción, sino intentar no contaminarla”, indica.

Otro aspecto crucial es medir cuánta se requiere a nivel global a través de la huella hídrica, un indicador que contabiliza el líquido empleado para productos y servicios. “Es similar al de la huella de carbono, pero casi no se habla de ella y se debería establecer a nivel del país”.

Las soluciones para evitar que en el futuro falte agua

Según los expertos, no hay una sola receta y se requiere educación para explicar que el agua dulce es escasa y que las fuentes que abastecen a la ciudad no son propias. “La gente debe ser consciente de que Quito toma agua de otros lugares y hay que ser responsables con su uso”, subraya Sánchez.

El cambio debe iniciar en casa. Hay que acortar el ciclo hidrológico. Se logra con la reutilización del agua gris (que no tiene residuos o material orgánico del ser humano y bacterias). Esa sirve para inodoros, regar plantas del jardín, limpieza del hogar. Para ello se requiere adecuar instalaciones, pero sobre todo voluntad. “Ya se hace en zonas desérticas del Sahara, pero también en la ruralidad ecuatoriana. Por ejemplo, en Chambo, Chimborazo, porque conocen el costo real del transporte del caudal a los hogares, algo que en la ciudad no se piensa”, observa el docente de la PUCE.

También usar eficientemente las lavadoras con carga completa y en modo ahorro, recolectar agua de lluvia, instalar dispositivos para reducir el consumo en grifos, duchas, sanitarios con los dos depósitos, aireadores que botan aire en duchas. Con esto “se logra bajar el consumo hasta en un 50 %”, asegura Martínez.

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En agricultura, donde se consume gran volumen, se puede hacer un riego inteligente con dispositivos por goteo y no a manta, que se activa cuando la vegetación lo necesita, añade; o construir zanjas para captar agua.

En la industria, en cambio, reutilizar el líquido y hacer limpieza en seco.

Las autoridades también tienen tareas pendientes. El Municipio debería actualizar el sistema de potabilización para detectar puntos importantes de fuga con tecnología. “Hay averías de semanas y no es posible que la Epmaps no sea eficiente”, cuestiona Sánchez.

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Consumo. La urbe y el país deben medir el uso del agua con la huella hídrica.Karina Defas / Expreso

A nivel macro, hay que controlar en qué se la usa y cómo se hacen las descargas para reducir la contaminación. Por ejemplo, impulsar la instalación de plantas de tratamiento de aguas residuales. “Una idea para gestionar eficientemente es pensar que no solo tenemos agua superficial de vertientes. Se puede captarla de neblinas del páramo y en la atmósfera. O buscar aguas subterráneas para usarlas en momentos de déficit hídrico”, plantea el investigador Martínez.

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Al contrario de los cortes o multas, los expertos resaltan que se requieren campañas de sensibilización de la importancia del agua, cuestionar para qué se necesita y evitar el desperdicio.

Lograr la reducción involucra a todos. “Hay que decirle a la población que el agua se agota. Que es renovable, pero con limitaciones, y el Municipio puede premiar iniciativas que apunten a bajar su uso. De no hacerlo, no solo escaseará, sino que podría presentarse otra crisis: una sanitaria. Debemos remar en un mismo sentido”.

  • Desobediencia. Las personas siguen lavando autos y aceras con agua potable, pese a los racionamientos.

  • Informe. Ediles del Concejo Metropolitano solicitaron a la Epmaps los documentos técnicos sobre el descenso de caudales de agua.

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