La situación del centro histórico se agrava pese a los planes de reactivación

A las 12:00 del lunes, la policía evacuaba las bancas del Centro Histórico. Visitantes y usuarios los miran confundidos. “Es que viene la marcha”, se disculpaban. Y si bien son un centenar los trabajadores de salud que enfilaban el rumbo hacia Carondelet por la calle Venezuela, el centro se vació en diez calles a la redonda. Los negocios cerraron. Ayer, debido a la protesta de los alcaldes por el recorte presupuestario, la historia se repitió.

“De nada sirve que los fines de semana podamos poner mesas afuera o que traigan buses con gente a visitar el centro si no resuelven los problemas de fondo. Camine nomás por las calles, la mitad de los negocios ha cerrado. No podemos más con las pérdidas”, exclama enojada Delia Guamán, propietaria del restaurante El Pez de Oro.

Y de estos problemas, las vallas que pueblan el sector para evitar el acceso hacia el palacio de gobierno son el menor. La venta informal, venta de drogas, la prostitución y la inseguridad se suman a los motivos por los que los ciudadanos evitan la zona y los moradores no salen de noche.

Según datos del ECU-911, desde el inicio de la emergencia sanitaria, en el sector se han registrado 2.909 atenciones por libadores de la vía pública, 325 por venta de drogas y otras 1.737 por escándalos. Hasta noviembre, 30 % de negocios ha cerrado sus puertas.

Para Pablo Buitrón, coordinador del Frente de Defensa del Centro Histórico, parte del problema se debe a la reducción del 70 % de las visitas turísticas, y otro gran porcentaje a la peatonalización permanente de las calles Venezuela y García Moreno.

“La peatonalización afecta el ingreso al centro y dificulta los controles. Se necesitan soluciones definitivas, organizadas y coherentes para fomentar el regreso de los visitantes, facilitar la movilización de más de 30.000 personas que vivimos aquí y reforzar la seguridad. Iluminar los edificios y jugar al ineficiente juego del gato y el ratón correteando a las ventas no regularizadas de una calle, a otra mientras los comercios formales sin ventas no ofrecen soluciones reales”, comentó en una entrevista.

Este agregó que el plan piloto de cerrar la calle Guayaquil (una de las arterias principales de la zona) al tránsito desde San Blas hasta la calle Rocafuerte, anunciada la semana pasada, agudiza el problema. “No puede cerrarse otra vía más dentro del Centro Histórico. Esto implica seguir complicando la accesibilidad y dejar otra vía libre a la informalidad y la prostitución”.

El Plan de Acción Emergente en el Centro Histórico de Quito, que destinó 400 operativos a la zona (tras dos asesinatos), concluyó el 6 de septiembre. Moradores como Rosiflor Jácome dicen que el cese del operativo sí se siente.

“Si a unas horas tenemos problemas con los cierres para parar las marchas, en las noches esto es tierra de nadie. No se puede controlar solo un tiempito. La seguridad tiene que ser permanente para que los negocios abran de noche y la gente vuelva”, señaló.

Freddy Moreno, titular de la fundación Teatro Sucre, indicó que estos participan en una mesa interinstitucional que se lleva a cabo para reforzar la reactivación de la zona. “Nos interesa que el centro sea seguro para que el público vuelva. La inseguridad sí nos afecta”, comentó.

Disuadir el delito por el celular

Con el fin de incrementar los tiempos de reacción de las autoridades y disuadir el cometimiento de delitos en el Centro Histórico, la Secretaría de Seguridad y Gobernabilidad lanzó el ‘plan 3G’, específico para este sector, que consiste en una herramienta digital, a través de la cual los usuarios pueden denunciar aglomeraciones, robos, comercialización de drogas, libadores y más. 

Esto activa una alarma y moviliza a las autoridades que dan seguridad en el área.