En tres zonas de Quito las llamas arrasan 545 hectáreas en 24 horas

“¡Salven mi casa, mis animales!”, era el grito desesperado que resonaba entre los vecinos de Tola Chica 3, en la parroquia Tumbaco, mientras observaban cómo una densa cortina de humo cubría sus hogares y las llamas se acercaban peligrosamente. 

A las 10:00 del jueves, las alarmas se activaron en el sector cuando un incendio, que ya había sido controlado el miércoles 4 de septiembre, volvió a encenderse con fuerza, propagándose rápidamente por la zona y generando pánico entre los residentes.

Un trabajo en conjunto para apagar el incendio 

Los vecinos, junto al personal del Cuerpo de Bomberos de Quito, agentes del Control Metropolitano y miembros de la Policía Nacional, se unieron en una frenética lucha contra el fuego. Formaron cadenas humanas para transportar baldes con agua de mano en mano y así combatir las llamas que avanzaban sin control. Durante horas, este esfuerzo se repitió incansablemente, ya que el fuego se apagaba en un sector solo para reavivarse en otro. “Era una escena desoladora”, comentaban los testigos, evidenciando la magnitud del desastre que estaban enfrentando.

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Este incendio es parte de una serie de conflagraciones que desde el miércoles han golpeado a la capital. Según el Municipio de Quito, siete sectores se han visto severamente afectados por la densa bruma y el avance imparable del flagelo: Tumbaco, Nayón, Zámbiza, Cotocollao, Carapungo, Chilibulo y Guamaní. Hasta las 15:59 del jueves, los bomberos confirmaron que los incendios en Itulcachi y Nayón continuaban activos, incrementando la preocupación y el temor entre los vecinos.

Cifras preliminares sobre el incendio 

Un informe preliminar del Cuerpo de Bomberos de Quito revela que las llamas han consumido cerca de 545 hectáreas de vegetación: 400 en Itulcachi (en el sector de Pifo), 130 en Nayón y 15 en Chilibulo. La pérdida de flora no solo implica un daño ambiental significativo, sino que también pone en peligro a la fauna local, que intenta escapar del fuego. Para enfrentar esta emergencia, los bomberos operan al 98 % de su capacidad, con 360 efectivos desplegados y apoyo de militares y policías.

Andrea Quindiamba, una joven de 22 años que lleva siete años viviendo en Tola Chica, narró el temor que sintió cuando vio que las llamas se aproximaban a su vivienda.

En el patio de su casa y en la quebrada cercana estaban sus animales de granja: gallinas, chanchos y otras mascotas. Ante la inminente amenaza, corrió a resguardarlos dentro de su hogar. “Fueron momentos de angustia”, recordó Andrea. Afortunadamente, ella y su familia, compuesta por nueve miembros, salieron ilesos. Andrea hizo un llamado a las autoridades para que implementen más controles, pues ella asevera que el incendio fue provocado por la quema de basura. “Esto nos afecta a todos”, lamentó.

A medida que las llamas avanzaban, voluntarios se unieron a las labores de emergencia, entregando mascarillas y botellas de agua a los vecinos que colaboraban con apagar el fuego. Otros, desesperados, trataban de salvar sus pertenencias y animales. “Es la primera vez que el incendio se propaga de esta forma”, comentó otro residente, reflejando su preocupación por la falta de medidas preventivas en esta temporada seca.

¿Qué pasó en Zambiza?

En Zámbiza, que está al noreste de Quito y es conocida por su carácter agrícola, el ambiente es preocupante. Después de que el fuego consumió gran parte de la montaña, aún se respira y se siente el olor a quemado. La vegetación ha sido devastada y los vecinos temen que la candela se vuelva a encender. El área más afectada fue la comuna de Cocotog. Los moradores no pudieron dormir debido al temor de que un nuevo incendio los sorprendiera.

El presidente del Gobierno Autónomo Descentralizado (GAD), Jimmy Ramírez, advirtió sobre el riesgo para las familias que viven en la comuna. “El clima no está a nuestro favor”, dijo Ramírez, explicando que las quebradas, que son parte vital de la geografía local, están en peligro. “Aún no podemos medir la magnitud de la afectación”, añadió, preocupado por el impacto en la fauna y la flora de la zona.

Ramírez rememoró que hace años había un monitoreo preventivo con personal de los bomberos asignado para recorrer las áreas propensas a incendios y emitir alertas tempranas. No obstante, esa vigilancia ha cesado, aumentando la inquietud de los residentes.

En Cocotog, que tiene entre 6.000 y 8.000 habitantes, el fuego también ha causado alarma. “Gracias a la unión de la población se pudo mitigar el incendio”, mencionaron los vecinos, aunque señalaron que las familias más afectadas son las que viven al borde de la quebrada.

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