Tumbaco: En Ocaña, unidos están seguros frente a la inseguridad de Quito
Se organizaron los vecinos de uno de los sectores de la comuna Leopoldo N. Chávez Brigadas y tecnología son fundamentales
Un mapa es una de las herramientas usadas para combatir la inseguridad. Está dibujado sobre una pizarra de tiza líquida, en donde se observan las calles y los pasajes del sector Ocaña, de la comuna Leopoldo N. Chávez, en Tumbaco. Así identifican todo el territorio.
“Por favor, urgente, necesitamos apoyo en Los Búhos”, se lee en uno de los mensajes del grupo de WhatsApp conformado por más de 200 familias.
Claudio Chuquimarca, quien encabeza la Comisión de Seguridad, cuenta que la Policía Nacional les pidió ‘bautizar’ todos los pasajes, para poder ubicarse mejor cuando les soliciten algún tipo de ayuda.
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Los habitantes de Ocaña decidieron poner nombres de aves a los pasajes que aún no estaban identificados. Así, ahora son conocidos como Los Gorriones, Los Quilicos, Los Búhos, Los Aguiluchos, entre otros. La idea surgió porque la comuna Leopoldo N. Chávez está en las faldas del volcán Ilaló.
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Leer másHace un mes y medio, la población de Ocaña se vio sacudida por el desmantelamiento de dos vehículos. Los arreglos les costaron a sus propietarios alrededor de 7.000 dólares.
No fue el primer delito, sino otro de los tantos que habían enfrentado en este 2024. Ocaña dejó de ser un sector donde se podía caminar con tranquilidad a toda hora. La presencia de motociclistas armados se había vuelto común. Así que enterarse de que dos vehículos habían quedado casi inservibles hizo que los vecinos quieran unirse.
Claudio Chuquimarca, militar retirado de 43 años, es nativo de este poblado de Tumbaco, parroquia ubicada al lado oriental de Quito. Él los convocó a una asamblea en la casa comunal. Ese día se organizaron: recogieron una cuota para comprar cámaras y los vecinos donaron radios para comunicarse, un celular y chalecos antibalas.
Brigada de Seguridad frente a la delincuencia
Claudio usa uno de esos chalecos cuando recorre diferentes puntos de Ocaña con la brigada de seguridad. Con el dedo índice de la mano derecha, Gabriela Enríquez, quien se sumó a la comisión, señala el mapa sobre una de las paredes de la Unidad de Policía Comunitaria que reinauguraron hace 21 días (la primera vez se abrió en el 2011). La equiparon con una cafetera y se turnan para que no falten galletas, agua y gaseosas. Es un punto que policías que recorren otras zonas de Tumbaco usan antes de dar una vuelta por Ocaña.
Gabriela Enríquez
Gabriela, de 40 años, motiva a más vecinos a sumarse a las actividades que buscan mantener a la comunidad unida. Hace unos días organizó una jornada de cine. Lo hace porque quiere que su mamá, Mariana Gualoto, de 73 años, fundadora de Ocaña, y su hija, de 6 años, vivan en una zona segura.
A través de cámaras, vinculadas a un celular, todo el día monitorean lo que pasa en puntos claves. Así incluso dieron con los dueños de unas concreteras que lanzaron materiales en una de las calles. Un auto incluso se accidentó por eso.
Marco Quilca, de casi 60 años, lleva 26 viviendo en la zona, junto a hijos y nietos. Se siente agradecido por la acción de los vecinos que son parte activa de la comisión de seguridad. “Nos sentíamos desprotegidos, nadie tomaba la iniciativa. Le agradezco al compañero Chuquimarca y a la brigada de seguridad porque dejando de trabajar están al frente de la UPC. Cuando escuchamos que llega la policía nos sentimos más seguros”.
Las vecinas se quejaban porque al salir de sus viviendas hacia las paradas eran asaltadas. Por ejemplo, a la señora Silvia Gualoto le quitaron el celular unos motociclistas con pistolas. Así que la comisión de seguridad habló con los dirigentes de la Cooperativa de Buses Sotranor, para que lleguen hasta la zona más alta. Ellos, en ocasiones, los acompañan. Si detectan algo extraño pueden activar sirenas, que alertan a la policía.
José Logroño, de 67 años, llegó a Ocaña en 1991. Entonces había paz, recuerda. Es uno de los vecinos que han aportado para la compra de equipos. Él está contento de poder contribuir con vecinos que quieren recuperar la tranquilidad de la zona. Periódicamente, los lugareños reciben videos del monitoreo, lo que les permite estar alertas y sentirse más protegidos.
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