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Narcisa España, madre de Kiara Rodríguez, levanta los brazos en señal de júbilo al ver lograr medalla a su hija.Juan Faustos

Narcisa España, el escudo de Kiara Rodríguez

La madre de la medallista paralímpica sacó adelante a su hija sola desde los 10 años, debido a que el padre de la deportista dejó de velar por ella

Narcisa España es la madre de Kiara Rodríguez. Ella es la ecuatoriana más orgullosa de tener una hija con medalla paralímpica. Su casa está llena de trofeos y recuerdos. La felicidad que hoy disfruta se transforma en nostalgia al escuchar la preguntar: “¿Cómo era Kiara de pequeña?”. El brillo de la risa en la cooperativa Antonio Neumane en la Trinitaria, donde reside con la deportista guayaquileña, se transforma en lágrimas que trata de contener.

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Su mente se traslada a cuando Kiara era pequeña, y Narcisa, como madre soltera, debía buscárselas como sea para llevar a casa el pan de cada día. Su papá la apoyó con lo que pudo hasta los 10 años. Trabajó por mucho tiempo en una empacadora de camarón, luego cuidando y limpiando casas; por lo que a Kiara tenía que dejarla con unas amigas para que la cuiden. ¡Sí!, las mismas vecinas, Alba Quintero, Kathya Angulo, entre otras, que ahora están celebrando y se sienten orgullosas de lo que hizo la atleta en los Juegos Paralímpicos de Tokio.

“Ella es mi vida. Desde los 11 años entrena, no saben cómo ama el deporte. Es una guerrera, siempre ha querido defender al Ecuador. Quiero lo mejor no solo para ella, sino también para todos los deportistas que tienen discapacidades”, nos cuenta Narcisa, quien también es madre de Adrys.

Cuando Narcisa habla de Kiara, el pecho se le infla, pues sabe todo lo que ha entrenado. Dice que para la atleta, el deporte es lo número uno en su vida; pero que Kiara lo que más anhela es que se le dé apoyo a todas las deportistas que son como ella.

Al mirar las medallas, sus ojos brillan más. Están los recuerdos de Dubái, de Lima, y ahora tendrá que sacar espacio para los galardones que vienen de Tokio, pues además de la presea de bronce, alcanzó diploma paralímpico.

Asegura que ahora ve recompensados con felicidad los años de sacrificio trabajando para sus hijos.

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Los vecinos de Kiara Rodríguez siguiendo su competencia.Juan Faustos

Antes de la premiación en Tokio, el celular de Narcisa suena. Es la videollamada más esperada. Su hija, la medallista, está en línea. “Te amo, te amo, te amo, eres mi negrita bella”, le dice. Esa frase hace que Kiara se ponga a llorar de alegría, mientras su mamá le muestra cómo está la cuadra llena de amigos, vecinos y familiares. Kiara trata de secarse las lágrimas.

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“Verla por televisión es una locura. Disfrutar con la familia y los vecinos ha sido una bendición de Dios y le doy las gracias a Él”, expresa Narcisa.

En la videollamada, Kiara le comenta a EXPRESO: “Esto es para todo el país, para mi madre, para todos los deportistas que sueñan. Gracias a Dios se pudo lograr la medalla, pero el trabajo para París ha comenzado”.

Narcisa ahora explota de felicidad y confiesa el gran pedido que le hizo su hija: “La otra semana viene y me pidió que le tenga un pescado gigante con ensalada y patacones, pero me dijo que sea gigante, que tiene muchas ganas de comérselo”.

A la madre de Kiara la felicidad no le entra en el pecho. Se lo merece. El sacrificio de una madre se transformó en un orgullo constante por su hija.