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DELEGADOS EJECUTIVO COMISION CORTE CONSTITUCIONAL
Fernando Yavar Gutiérrez (i) y Pablo Defina Bucaram (c).ANGELO CHAMBA/EXPRESO

Noboa habría hecho mejor si escondía a Yávar en un clóset | Por Martín Pallares

Una cosa es su desempeño profesional y otra que tenga un encargo relacionado con la renovación de la Corte Constitucional

La decisión de Daniel Noboa de nombrar a Fernando Yávar como uno de sus dos delegados para integrar la comisión que seleccionará a tres nueves jueces de la Corte Constitucional (CC) es una tétrica declaración de intenciones del presidente y un manifiesto sobre su paupérrima visión de lo que es o debe ser la administración de justicia.

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Yávar puede ser perfectamente abogado de Noboa a título personal, pero una cosa es su desempeño profesional en causas privadas y otra que tenga un encargo relacionado con la renovación parcial del más alto tribunal de justicia constitucional del país. No se puede dejar de lado que Yávar fue abogado de los hermanos, sentenciados por narcotráfico, Eduardo Javier y Juan Pablo Larrea Cruz, algo en lo que coincide con el recientemente nombrado presidente del Consejo de la Judicatura, Mario Godoy, que no hubiera llegado a ese cargo sin la gestión directa del Gobierno.

Y es que independientemente de este caso, nombrar a Fernando Yávar para la selección de los nuevos jueces no es poca cosa: es el nombramiento de una persona que es el emblema del asalto más grosero de la justicia de, al menos, los últimos 25 años. Con el agravante que su actuación en ese asalto a la justicia fue bajo el encargo del ahora expresidente Rafael Correa, quien hasta el día de hoy encabeza una cruzada agresiva y demencial para volver a tomarse la justicia, incluyendo a la Corte Constitucional.

Si Fernando Yávar llegó a convertirse en un símbolo o en un emblema del secuestro correísta de la justicia fue porque resultó ser un bienmandado de Rafael Correa. Lo fue por ejemplo y entre otros casos, en el abominable juicio contra diario El Universo, en 2011, cuando era uno de los tres miembros del Consejo de la Judicatura transitorio durante el correato y tenía como cuota el manejo de la dirección provincial del Guayas de la Judicatura. Desde esa posición Yávar se aseguró que el juez que debía sentenciar en el caso esté completamente a disposición de la voluntad del equipo de abogados de Correa cuya cabeza era Gutemberg Vera.

Enviando a emisarios suyos con un teléfono que tenían que entregar a funcionarios de la Corte Provincial del Guayas y al que Yávar llamaba para dar instrucción, hizo que el caso caiga en manos de Juan Paredes. Lo hizo gracias a sorteos secretos que los abogados de El Universo nunca pudieron ver. Así, al juez alterno Juan Paredes se le encargó el caso y en el alucinante tiempo de 33 horas, desde que se posesionó del cargo, este sustanció la audiencia de juzgamiento, estudió más de 5 mil hojas del expediente, escribió 156 carillas de la sentencia, notificó a las partes y se retiró del cargo. Solo en redactar la sentencia de 156 páginas se demoró apenas 13 horas.

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Cuando se hizo una pericia del disco duro del Juzgado de Paredes, se encontró que la sentencia había sido redactada en otra oficina y con un programa llamado Chuky Seven. A pocas horas luego de hecha la pericia, desde el Consejo de la Judicatura de Yávar se inició un agresivo proceso de sanciones disciplinarias para todos los funcionarios que habían facilitado la entrega del disco duro del computador de Paredes.

Lo de mandadero de Correa no se limitó al caso El Universo sino a muchos otros: cuando fue miembro de la comisión para nombrar al fiscal, gestionó para que se impusiera el nombre de Galo Chiriboga, una de las figuras más trágicas del período de la justicia correísta.

Que Fernando Yávar haya sido nombrado por Noboa, junto a Pablo Salvador Defina, como su representante en la comisión que deberá llevar adelante el concurso (también habrá dos delegados de la Asamblea y dos de la Corte Nacional de Justicia) para renovar a los jueces de la Corte Constitucional es, en definitiva, una declaración oficial de que lo que quiere es a un bienmandado o recadero. ¿Noboa cree que los ecuatorianos no recuerdan quién fue Yávar? ¿O lo sabe perfectamente pero igual lo nombra porque necesita un factótum?

El nombramiento de Yávar hecho por Noboa tiene más problemas. Por ejemplo, el de la incoherencia. ¿Si tanto se jacta de ser el líder de la causa anticorreísta, cómo es que nombra a una figura ligada históricamente al correísmo?

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Yávar también fue abogado de una de las principales acusadas por el robo de los fondos de la seguridad social de la Policía en el caso Isspol, de Ricardo Patiño cuando fue procesado por llamar al derrocamiento del gobierno de Lenín Moreno y de Daniel Noboa en su disputa con su exesposa Gabriela Goldbaum. En resumen, una figura que Noboa mejor la hubiera mantenido guardada en un clóset.

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