
¿Qué pasaría si Ecuador repite elecciones? Escenarios extremos ante eventual empate
Expertos analizan los escenarios legales y políticos ante un posible empate técnico
Con la segunda vuelta electoral en el horizonte y una contienda que parece cerrada hasta el último voto, surge una pregunta que ronda en redes sociales y conversaciones cotidianas: ¿qué pasaría si hay un empate en la elección presidencial? ¿Puede Ecuador repetir las elecciones? Tres expertos analizan los escenarios legales y políticos ante un posible empate técnico.
El empate en elecciones presidenciales de Ecuador no tiene sustento legal
“Repetir las elecciones porque empatamos, digamos, es un escenario jurídico que no existiría”, afirma tajante el abogado y analista político Daniel González. Y es que, según la legislación ecuatoriana, en elecciones unipersonales como la presidencia de la República, el ganador se define aunque la diferencia sea de un solo voto.
“Se gana, así sea con un voto”, insiste González. De hecho, los únicos casos en los que la ley contempla mecanismos de desempate se dan en elecciones pluripersonales, como juntas parroquiales o concejalías. En estos contextos, si hay empate entre un hombre y una mujer, se prefiere a la mujer como acción afirmativa. Y si ambos son del mismo sexo, el desempate puede hacerse mediante sorteo, como lanzar una moneda. Así lo explica el politólogo Jorge Luis Fernández: “Esto no es muy común en grandes regiones del país, más bien ocurre en zonas pequeñas”.

¿Y si ocurre un empate exacto en la segunda vuelta de Ecuador?
Aunque un empate perfecto en la presidencia es improbable, no es imposible. ¿Qué pasaría si ocurriera? El politólogo Rafael Silva advierte que “la ley no detalla un procedimiento claro para un segundo empate consecutivo en segunda vuelta”. Ante ese vacío legal, el país podría enfrentar escenarios inéditos.
Uno de ellos sería que el Consejo Nacional Electoral (CNE) consulte a la Corte Constitucional o al Tribunal Contencioso Electoral (TCE) sobre cómo proceder. También podría plantearse una repetición excepcional de elecciones, aunque “sería jurídicamente compleja y sin precedente”, agrega. Otra opción, menos probable, sería que se impulsen reformas urgentes o acuerdos políticos para resolver el vacío legal. “Esto es más difícil, que pasar”, dice Silva.
Otro escenario que contempla la ley es la nulidad parcial o total de los comicios, pero solo si se comprueba falsedad en actas, votaciones fuera de la fecha oficial u otras irregularidades graves.
“Eso está claramente establecido del artículo 143 al 148 del Código de la Democracia”, aclara Daniel González. También puede suspender la elección en zonas específicas si hay problemas logísticos como papeletas erradas o material electoral dañado. En esos casos, la votación se repetiría en ese recinto el domingo siguiente, pero solo si los votos de esa zona son determinantes para el resultado final.

El verdadero campo de batalla: el control electoral
Si el margen entre candidatos es mínimo, el resultado podría depender de quién logrará un mejor control electoral. Fernández apunta que “la elección con un margen tan cerrado se va a resolver en función de quien tenga el mejor control electoral y pueda reclamar la mayor cantidad de votos, especialmente en el proceso de recuento”. Silva coincide: “El escenario más probable finalmente es que esto termine en un conteo voto a voto y la diferencia no sea mucha entre ambos”.
Existe un caso en el que sí se contempla repetir la elección presidencial: si los votos nulos superan a los votos válidos. Pero este escenario, aseguran los expertos, es prácticamente imposible en esta segunda vuelta. “Ya sabemos que un poco más del 50% de los votos están divididos entre uno y otro candidato”, dice Silva.
La incertidumbre está en el conteo, no en la ley
Aunque el “empate” suene tentador para alimentar la incertidumbre o incluso las teorías conspirativas, lo cierto es que el sistema electoral ecuatoriano tiene reglas claras. Y aunque no perfectas, son suficientes para que, incluso en los escenarios más ajustados, haya un ganador. Lo que está claro es que la vigilancia ciudadana, la transparencia del CNE y la capacidad de los partidos para defender sus votos serán clave en una elección donde cada papeleta puede inclinar la balanza.