
Lobos huargos: qué es verdad, qué es mentira y qué hay detrás del anuncio de Colossal
La verdad detrás de los supuestos lobos gigantes "resucitados" por Colossal es que no son animales extintos traídos de vuelta
El 7 de abril, el mundo se paralizó unos segundos con una noticia que parecía sacada de una película de ciencia ficción: “Los lobos gigantes han vuelto”. Tres cachorros –Rómulo, Remo y Khaleesi– fueron presentados por la empresa biotecnológica Colossal como los primeros animales “desextinguidos”, recreaciones vivas del legendario lobo huargo, una especie desaparecida hace 10.000 años.
Pero la verdad, revelada por genetistas y expertos en paleogenética, es muy distinta: no se trata de lobos gigantes resucitados, sino de lobos grises modificados genéticamente para parecerse a ellos.
Y aunque el avance es notable, la historia tiene más matices de los que contaron los titulares. Gracias a un artículo de Javier Salas publicado en El País, y al análisis científico recogido por la agencia EFE, se puede entender con precisión qué se ha logrado, qué no, y por qué esto importa.
¿Qué hizo Colossal realmente?
Según detalla el reportaje de El País, la empresa editó 20 genes de lobos grises usando ADN antiguo extraído de fósiles de lobos huargos de entre 11.500 y 72.000 años de antigüedad. Luego, implantaron los embriones modificados en perras, que dieron a luz a los tres cachorros en octubre. Hoy, los animales pesan más de 80 kilos y viven en una reserva ecológica secreta certificada por la American Humane Society.
Colossal presentó esto como una “desextinción”, pero numerosos científicos han salido a aclarar que eso no es lo que ocurrió.
¿Por qué no es desextinción?
Porque no se ha clonado al lobo gigante original, ni se ha reproducido su genoma completo. Lo que se ha hecho, como explicó el paleogenetista Carles Lalueza-Fox (Instituto de Biología Evolutiva, IBE) a EFE, es modificar solo 14 genes que influyen en el aspecto físico, como el tamaño del cráneo, el pelaje y la musculatura.
“No se puede hablar de desextinción, sino de lobos modificados genéticamente”, dijo. “Si lo comparamos con los humanos y los neandertales –que se separaron hace mucho menos tiempo–, compartimos un 2% de ADN, pero nadie diría que somos neandertales. Mucho menos con los lobos gigantes”.
SOUND ON. You’re hearing the first howl of a dire wolf in over 10,000 years. Meet Romulus and Remus—the world’s first de-extinct animals, born on October 1, 2024.
— Colossal Biosciences® (@colossal) April 7, 2025
The dire wolf has been extinct for over 10,000 years. These two wolves were brought back from extinction using… pic.twitter.com/wY4rdOVFRH
¿Un experimento o un espectáculo?
El artículo de El País también recoge la voz del genetista del CSIC, Lluís Montoliu, quien celebra el logro técnico pero lanza una reflexión clave:
“¿Cuál es la razón de ser de crear estos animales? ¿Tener un zoológico de criaturas imposibles?”.
Colossal ha justificado sus proyectos pasados, como la recreación del mamut, con argumentos ecológicos: combatir el cambio climático restaurando ecosistemas. Pero con los lobos gigantes no queda tan claro el propósito. ¿Investigación? ¿Conservación? ¿Marketing?
¿Son los primeros animales "resucitados"?
Tampoco. En 2003, en España, se logró clonar al bucardo, una cabra montesa extinguida. La cría solo vivió unos minutos, pero fue el primer intento de desextinción real mediante clonación.
Lo de Colossal, en cambio, se asemeja más a la creación de híbridos genéticos que imitan el aspecto de especies extintas. Así lo afirma el paleogenetista Espic Rawlence, de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda): “Para desextinguir hay que clonar. Y clonar una especie extinta no es posible con el ADN actual, que está muy degradado”.
¿Qué dice la comunidad científica?
Todos coinciden: los avances tecnológicos son asombrosos, pero no debemos perder el foco. Lo que Colossal ha creado es un lobo gris con modificaciones, no un lobo gigante auténtico. Y aunque su impacto mediático ha sido rotundo, aún no existe una publicación científica revisada que respalde los resultados, como también señaló El País al subrayar que la empresa ha optado por revelar sus logros a través de medios como The New Yorker o Time, en lugar de revistas científicas.
Philip Seddon, experto en bioética de Otago, lo resume con claridad:
“Los simpáticos cachorros no son lobos gigantes, sino lobos grises modificados genéticamente”, dijo a EFE.

¿Y ahora qué viene en genética?
Colossal sigue trabajando en la recreación del dodo, el tilacino (o tigre de Tasmania) y el mamut lanudo. Su enfoque, según explicó Beth Shapiro (científica jefe de la empresa) a The New Yorker y citado por El País, es recrear animales con el fenotipo –la apariencia externa– de especies extintas, sin pretender que sean genéticamente idénticas.
Además, Colossal desarrolla tecnologías con potencial impacto real: desde úteros artificiales y bancos celulares, hasta soluciones para la conservación de especies en peligro.
El futuro es real… pero no es Jurassic Park
Colossal no ha traído de vuelta a los lobos gigantes. Pero ha demostrado que es posible alterar a una especie viva para hacerla parecerse a una extinta. Un logro importante, sí. ¿Una revolución? Quizá. ¿Una resurrección? No.
La ciencia detrás de estos cachorros es fascinante y sus aplicaciones potenciales son enormes, desde la medicina hasta la conservación ambiental. Pero mientras se venden “resurrecciones”, los expertos insisten en que lo que hay detrás es un híbrido, un producto de laboratorio que se parece al pasado, pero no lo es.
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