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Paquita la del Barrio: ¿Por qué fue ícono del desamor y la venganza?
Paquita fue voz de muchas mujeres que, a través de sus canciones, encontraron espacio para el desahogo
Este lunes 17 de febrero de 2025, el mundo de la música mexicana se despidió de una de sus figuras más poderosas y queridas. Paquita la del Barrio, la mujer cuya voz encarnaba el dolor, la rabia y el desamor, falleció a los 77 años después de una larga lucha contra enfermedades que la mantuvieron alejada de los escenarios en sus últimos meses. Pero su legado, marcado por canciones que han dejado huella en generaciones, sigue vivo en cada acorde que resuena con despecho y justicia.
Francisca Viveros, conocida mundialmente como Paquita la del Barrio, nació el 2 de abril de 1947 en Alto Lucero, Veracruz. Creció en un contexto de pobreza, trabajando desde niña en la cosecha de mangos y café, y no fue sino hasta los 15 años que logró terminar la primaria, lo que reflejaba la dureza de su entorno. La vida de Paquita estuvo marcada por la adversidad, un tema que no solo sería parte de su historia, sino que se convertiría en el motor de su carrera musical.
Desde joven, Paquita destacó por su poderosa voz, pero fue su experiencia personal lo que la impulsó a crear canciones que hablaran de la injusticia, el abandono y la venganza. Su primer matrimonio, con un hombre mucho mayor que ella, estuvo marcado por la violencia doméstica, lo que dejó una profunda cicatriz en su vida. Sin embargo, en lugar de ceder al dolor, Paquita lo transformó en arte. Su música se convirtió en el grito de muchas mujeres que, como ella, habían sufrido en silencio y ahora hallaban en sus letras una forma de expresar lo inconfesable.
Más que canciones, himnos del desamor
Las canciones de Paquita la del Barrio no solo son rancheras o boleros; son himnos de desamor, de un despojo emocional que la cantante convirtió en una poderosa declaración. Temas como “Rata de dos patas”, con su emblemática frase "¿Me estás oyendo inútil?", le dieron una voz a todas aquellas mujeres que habían sido traicionadas, maltratadas o abandonadas. Paquita no solo cantaba de amor y desengaño, cantaba de venganza, de empoderamiento. En su música, los hombres no eran los galanes que conquistaban a la heroína, sino los villanos a los que la cantante no dudaba en exponer y desafiar.
Fue en la Ciudad de México, en un restaurante en la colonia Guerrero, donde Paquita construyó su propia leyenda. Allí, sus noches de show fueron el escenario perfecto para desahogar su coraje y transformar su dolor en poder. La mujer que una vez sufrió violencia en silencio, ahora convertía esa misma rabia en canciones que resonaban en cada rincón del país. "Rata de dos patas", “Tres veces te engañé” y "Que me perdone tu perro" son solo algunos de los himnos que hicieron de Paquita la del Barrio un ícono cultural, no solo en México, sino en toda Latinoamérica.
¿Por qué Paquita la del Barrio?
Su primer disco, El barrio de los faroles (1984), fue el trampolín que la lanzó a la fama y le dio el sobrenombre que la acompañaría siempre: Paquita la del Barrio. En los años siguientes, las nominaciones a los premios Grammy y Billboard, y sus colaboraciones con figuras de la talla de Juan Gabriel, Vicente Fernández, Lupita D’Alessio y Jenni Rivera, consolidaron su estatus de estrella. Pero más allá de los reconocimientos, lo que verdaderamente hizo de Paquita un ícono fue su capacidad para canalizar la tristeza y el rencor en letras que no solo hablaban de amor perdido, sino de la necesidad de justicia emocional.
Las mujeres que escuchaban sus canciones no solo se sentían identificadas con el desamor que Paquita plasmaba, sino que veían en ella a una mujer que, a través de la música, se tomaba la revancha. En sus palabras, las traiciones y el abandono no solo eran temas de sufrimiento, sino de resistencia y poder. Paquita, con su actitud desafiante y su voz rasposa, se convirtió en la portavoz de todas aquellas que se sintieron despojadísimas del amor y el respeto que merecían.
Incluso cuando en 2006 fue arrestada por presunta defraudación fiscal, Paquita se mantuvo como la figura fuerte que nunca temió enfrentar la adversidad. A lo largo de su vida, tanto en su carrera musical como en su vida personal, la cantante nunca dejó de ser un ejemplo de resiliencia, de la mujer que pelea por su lugar en el mundo, que no pide disculpas por su sufrimiento, sino que lo convierte en fuerza.
Hoy, con su partida, Paquita la del Barrio deja atrás no solo una amplia discografía, sino el legado de haber sido la voz de muchas mujeres que, a través de sus canciones, encontraron un espacio para su propio desahogo, un lugar donde el desamor no era solo un lamento, sino un canto de liberación. Su música seguirá sonando, como un recordatorio de que las voces de las que han sufrido siempre encuentran una forma de alzarse. Paquita no fue solo la reina del despecho; fue un ícono de la fuerza femenina, una mujer que convirtió su dolor en arte y, con ello, se ganó un lugar eterno en el corazón de quienes luchan por su dignidad.
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